Mi única prioridad: JUGAR.
Cuando JUEGO con todo aquello que acontece en mi vida con la curiosidad, la ilusión y el desapego con que solía jugar de niñ@, sucede que las alegrías brillan mucho más y las tristezas no me hunden.
Cuando el JUEGO vuelve a mi vida, me convierto en un adulto responsable, velando por mi propio bienestar.
Cuando el JUEGO vuelve a mi vida, el drama se va.