Masaje infantil. Amor a mano

Extracto de la presentación del libro del mismo título

Durante todos los años entregados al Masaje Infantil, éste me ha regalado muchos momentos tiernos, muchas sonrisas de bebés recibiendo masaje (a veces, era su primera sonrisa a su mamá!), muchas caritas de súper-concentración en este masaje tan mimoso que me está haciendo papá o mamá, muchas barriguitas que han dejado de doler tanto, muchos papás y mamás interesados, agradecidos, disfrutando, comunicándose con su bebé a través de sus manos llenas de Amor…

El Masaje me llevó a África, y allí me obsequió con momentos, visiones y vivencias extraordinarias, vivencias, la mayoría de ellas, que nunca hubiese podido experimentar en casa: de las más duras a las más maravillosas, todas ellas valiosas e inolvidables.

Ahora, el Masaje Infantil, me ha traído la oportunidad de escribir este pequeño libro, con su DVD, y yo… Ilusionada!!! ¿Suena demasiado ambiciosa la afirmación de que escribirlo era para mí una oportunidad para participar un poquito en construir un mundo mejor? ¿Suena ambicioso afirmar que la práctica del Masaje Infantil es una herramienta para Amorizar[1] el mundo?

Dice Evania Reichen: “Mejorar el trato con la infancia mejorará el mundo más que ninguna otra política.”

Estoy plenamente convencida de ello, y de la necesidad de hacer sentir a tu hijo que es bienvenido a tu vida… a la VIDA, a partir del momento en que eres consciente de su existencia.

¿Por qué el Masaje Amoroso de unos padres es una herramienta tan útil para el bienestar emocional de nuestros bebés?

Para su correcto desarrollo emocional y global, el bebé necesita primordialmente 3 cosas: sentir cubiertas sus necesidades, sentirse protegido y sentirse amado. El masaje, aplicado con regularidad, incide claramente en todas ellas; cubre la necesidad vital del tacto, estimulante y nutritivo. También, a través de tocar al bebé, aumenta la secreción de prolactina, hormona principalmente encargada de estimular la producción de la leche, que genera “ganas de cuidar” al bebé, reforzando así el vínculo. A vínculo más fuerte, mamá más cercana. A mamá más cercana, el bebé se sentirá más protegido. Por supuesto, el tacto es también una vía directa para expresar cariño a nuestro hijo. Por último, el bebé que se siente protegido y siente cubiertas sus necesidades, además de recibir cariño, se siente satisfecho emocionalmente, se siente amado.

Por otro lado, la idea que el recién nacido se hace de “como es el mundo al cual acaba de llegar”, de si es un lugar bonito, abundante, amoroso, o si, al contrario, es un lugar hostil en el que uno no está protegido y debe desconfiar, depende primordialmente de las conclusiones, no intelectuales pero si sensoriales, que obtiene a partir de las vivencias con sus padres, y en un principio, sobre todo con su madre, de quién depende más directamente. El masaje le procura, aparte de importantes y más que probados beneficios físicos, placer y sensaciones amorosas hacia él y su cuerpo, le ayuda a crear una imagen del mundo como un lugar agradable.

El concepto que el bebé crea sobre sí mismo, también viene generado por la relación con el “espejo” que representan los padres. Desde la forma egocéntrica que tienen los niños de percibir las cosas, si mis papás me dan a entender que soy bienvenido y que me aman, esa es la idea que quedará registrada en mi mente subconsciente, y será la base de mi manera de gestionar la vida y todo lo que en ella me sucede. Aprendo que soy merecedor de aquello que estoy recibiendo y que esa es la manera apropiada de tratarme a mí mismo.

Si por otro lado, me siento desprotegido, por ejemplo, porqué cuando lloro no viene nadie, o me hacen callar sin entender porqué lloro, o me siento muy solito en mi cuna tanto rato, etc. entiendo que ésta es la forma correcta de tratarme a mí mismo en adelante… ignorando o negando mis necesidades emocionales y/o materiales.

En este sentido, me gustaría destacar la gran diferencia que existe entre los verbos recibir y percibir. Partimos de la base de que en la gran mayoría de hogares, los hijos son amados por sus padres, es decir, en la mayoría de hogares del mundo, los bebés reciben amor de sus padres. Siendo así, ¿cómo es posible que un mundo tan lleno de hijos amados por sus padres, sea el mismo mundo que habitamos, lleno de adultos con baja auto-estima, lleno de gente que gestiona su vida en base a sus propios miedos?

Creo que la respuesta es clara: la diferencia que existe entre lo que uno recibe y lo que percibe, es decir, la lectura que uno hace y el provecho emocional que uno saca de aquello que recibe. Si yo amo a mi bebé con toda mi alma, y desde ese amor, siento que debo velar para que no se convierta en un niño “malcriado”[2], a base de negarle afecto en un momento dado, unos brazos, un abrazo, un montón de cosas…, sin duda lo amo, pero… ¿le quedará claro a él? Si cuando llora lo dejo llorar solito, porqué creo que es la forma en que debe acostumbrarse a dormir, por ejemplo, sin duda lo hago desde mi gran amor hacia él, pero…. ¿será ésta su percepción? Quizás a él no le quedará nada claro…

Creo que es fundamental, para una infancia feliz, para una vida feliz, ayudar a los bebés a percibir claramente el amor que reciben, para que quede bien grabado en todas y cada una de sus células, para que aprendan que ellos son completamente dignos de ese Amor, y para que se traten a sí mismos en consecuencia el resto de sus vidas. La manera más clara de explicar a un bebé que es amado, la que más le ayuda a percibir el amor que recibe, es el tacto amoroso.

Una última reflexión: Padres, Madres, vuestro bebé no os cambiaría por ningún otro padre o madre en el mundo. Vuestro bebé no os juzga, ni os culpa. No lo hagáis vosotros… Papás, Mamás, no os juzguéis, no os culpéis, solo Amaros y perseguid vuestros sueños. Este es el mejor ejemplo que podéis ofrecer a vuestros hijos, la mejor herencia y el mejor regalo.

Así, con una percepción bien clara, y un bonito ejemplo, en un futuro nada lejano, tendremos una sociedad llena de adultos con sólidas auto-estimas, nada esclavos de los miedos, y con muchas ganas de compartir con el mundo todo el AMOR que han recibido de sus padres. Así sea.

[1] Amorizar: No la busques en el diccionario, pero en mi diccionario personal significa “Llenar de Amor”.
[2] Malcriar: Esta palabra se utiliza muy a menudo, y, a veces, bajo unos parámetros algo confusos. Cuando nos referimos a dar a los hijos todo el cariño, la atención y la protección que necesitan, yo lo llamaría “Biencriar”.

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